El deber de cuidar la Salud y Seguridad de los trabajadores en sus funciones laborales existe en todos los países de la región desde hace años, pero una de las enseñanzas que nos deja el COVID-19 es que estas medidas cobran una importancia aún mayor para garantizar la sostenibilidad de la empresa en un siglo que promete grandes retos para el bienestar de las personas.

Las empresas deben prever y tener claro como actuar en caso de cualquier eventualidad que pueda afectar a sus colaboradores hoy más que nunca. Las razones son claras, por un lado existe un conceso científico de que este siglo vendrá acompañado de nuevas enfermedades para el ser humano, pues cada vez más, las poblaciones entran en contacto con áreas silvestres y ecosistemas a los que no está acostumbrado, también aumentará la frecuencia de fenómenos climatológicos extremos, como sequías, inundaciones, heladas y tormentas producto del cambio climático.

Por otro lado, la respuesta a la mayoría de estos eventos supone algún tipo de reorganización de la población, en el caso de enfermedades contagiosas como el COVID-19, las medidas principales son de distanciamiento social, y la operación de las líneas de producción de la forma más segmentada y menos aglomerada posible. En otras eventualidades como tormentas, heladas o inundaciones, se suele responder con medidas de aislamiento, refugio o hasta evacuaciones, pero algo que todas tienen en común es que implican cierto grado de desplazamiento y un cambio en la rutina de las operaciones laborales.

Por ello, las empresas con más oportunidades de mantenerse productivas en este escenario de condiciones cambiantes, serán aquellas que puedan prevenir estos sucesos y tengan un plan claro de cómo actuar cuando la emergencia sea inevitable.

Esta previsión y pronta respuesta se consigue aplicando las mismas medidas que exigen las normas de protección de salud y seguridad vigentes, por lo que no su aplicación no solamente es necesaria para asegurar la continuidad la empresa, sino que son obligatorias desde un punto de vista legal. Dentro de estas medidas encontramos principalmente:

  • Contar con una Comisión conformada por los administradores y los trabajadores de la organización, que se ocupe de identificar todos los riesgos para la salud y seguridad que hay en la empresa y se encargue de mitigarlos.
  • Contar con planes de atención de las emergencias y eventualidades que pueda afrontar la empresa. Así como programas internos que establezcan las reglas de salud y seguridad ocupacional a ser acatadas por los colaboradores.
  • Contar con reglas claras sobre la limpieza y desinfección de los centros y herramientas de trabajo.
  • Aplicar políticas de teletrabajo a todos los puestos en los que sea viable, esto en atención a los lineamientos de salud que se han emitido frente a la más reciente pandemia.

Estas acciones, acompañadas de una enfoque vigilante dirigido a la identificación y mitigación de nuevos riesgos ha permitido a muchas empresas seguir en pie frente a uno de los mayores retos que han visto en décadas y, sin duda, su importancia incrementará conforme nos adentramos en el siglo XXI.

Autor: Luis Palacios – Abogado & Consultor Ambiental de ZONE, parte del grupo de empresas BLP.